EL REALISMO ESPAÑOL

CARACTERÍSTICAS Y DESARROLLO HISTÓRICO

A partir de las citadas condiciones socioculturales a nivel europeo y español, surge en la segunda mitad del siglo XIX una nueva corriente literaria que se aleja de la fantasía y la imaginación para explicar y analizar la realidad social. Ésta nace en Francia con los autores Balzac y Stendhal, el género literario más importante es la novela que se encarga de representar la vida humana sobre la que el escritor ofrece su punto de vista.

Sus principales características son la adopción por parte del autor de una posición crítica ante la sociedad (el autor quiere denunciar las miserias de la vida misma) o un argumento poco variable que se basa en temas y asuntos del momento. Nacen así personajes y ambientes verosímiles que el autor se encarga de tratar de una forma objetiva, con los cuales consigue realizar una detallada y minuciosa observación de la realidad con tal de describir fidedignamente aquello sobre lo que versa el relato. Es por ello que se nos presenta como un narrador omniscente, utilizador de un lenguaje claro que refleja el habla de las distintas clases sociales.

El Realismo en España alcanza su máximo desarrollo a partir de 1870, fecha en que se publica “La fontana de oro” de Galdós, pero ya se puede hablar de un cambio de actitud literaria en 1849 en la escritura de Fernán Caballero (seudónimo de Celia Bölh de Faber), que publica “La gaviota”.

A nivel ideológico podemos establecer una distinción entre dos grupos de novelistas: conservadores y progresistas, de modo análogo a la contemporánea lucha de poderes en el ámbito político. Así, en el primer grupo destacamos a Pereda con su obra “Peñas arriba” o a Palacio Valdés con “La aldea perdida”, mientras que integrantes del segundo grupo son Valera, Galdós y Clarín, todos ellos posteriormente analizados.

Etapas del realismo

El Prerrealismo

La etapa denominada como prerrealismo empieza en 1849 con la publicación de “La gaviota” de Fernán Caballero y se caracteriza por una abundante presencia de elementos costumbristas, un estilo claro y sencillo, así como diálogos realistas. Los relatos prerrealistas, llamados así por su similitud con el siguiente paso evolutivo cultural, suelen ser escritos con un propósito moral y presentan un mundo dividido entre buenos y malos, por lo que la objetividad es muy limitada, hecho que los aleja de la clasificación dentro del campo propiamente realista. Los escritores prerrealistas son: Cecilia Böhl de Faber, conocida como Fernán Caballero (con “La Gaviota” como obra principal) o Pedro A. De Alarcón con “El sombrero de tres picos”.

El Realismo

El realismo propiamente dicho empieza, como anteriormente hemos citado, en 1868 con “La fontana de oro” de Benito Pérez Galdós. Los autores que se inscriben dentro de este movimiento, incluyendo al propio “Garbancero”, describen la realidad de manera más objetiva que los prerrealistas, alejándose así del dualismo anterior y centrándose en descripciones más ricas y precisas, que, a nivel de personajes, se caracterizan por el minucioso análisis de gran profundidad psicológica que supone en muchos casos el hecho de “dejarlos” actuar con libertad, de modo que su comportamiento dependa de las circunstancias en que viven y su propia psicología.

Los escritores realistas son: Juan Valera, con novelas como “Pepita Jiménez” (de gran profundidad psicológica), D”oña Luz”, “Juanita la larga”, etc; José Mª Pereda (“Peñas arriba” y “Sutileza”) o Benito Pérez Galdós, político y escritor profesional que escribió 80 novelas, 24 obras de teatro y numerosos artículos, discursos, memorias y cuentos.

El Naturalismo

Esta última variante realista surge en 1880 con la influencia francesa del escritor Emile Zola. El Naturalismo no sólo refleja la novela con mayor realismo (llegando incluso a lo más desagradable), sino que intenta explicar los comportamientos humanos a través de la experimentación. Presentan como personajes a seres desagradables y sórdidos como borrachos, vagabundos, prostitutas... que no tienen libertad y son víctimas de sus circunstancias. Esta característica ayuda a fortalecer la aparición de un nuevo concepto literario, llamado Determinismo, que dictaba que el destino de los personajes a nivel literario o real estaba marcado de antemano, hecho que les privaba de la libertad de la que hasta ahora se suponía que ellos eran los únicos administradores. Es de suponer pues que, con la utilización de personajes de tal naturaleza y la aparición del determinismo, se les situara en ambientes tristes, sobrios o desagradables con tal de reflejar su suerte, y que se usara una técnica narrativa observativa a partir de la documentación propia del realismo llevada a la máxima expresión.

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